Alta calidad para luchar contra los bajos precios del pan precocido. Esta ha sido la apuesta que han realizado los panaderos de Salamanca para salir de una crisis que empezó mucho antes de 2008. En un contexto económico desfavorable, la notable caída del consumo de pan (los castellanoleoneses consumen un 18% menos que hace 5 años), unida a una batalla de precios originada por la irrupción de las masas congeladas, hizo mella en un sector que asistió en la última década a la caída de las tres empresas más grandes de la provincia.
Joaquín Marcos, presidente de la Asociación de Empresarios Salmantinos de Panaderías, AESPAN, recuerda con precisión los duros años de la crisis económica. “Siempre he dicho que el pan es el producto que menos se tiene en cuenta en una comida. Y parte de culpa es nuestra por no haber sabido vender como se debía el producto. Cuando llegó la crisis, nosotros ya estábamos en ella y nos afectó de lleno. Muchos empresarios comenzaron a competir en precio con el pan congelado y fue su sentencia de muerte. Esto nos obligó a especializarnos y a apostar por ofrecer la alta calidad que brinda el pan fresco tradicional para mantener nuestros negocios”.
En el Día Mundial del Pan, que conmemora la importancia de un producto tan necesario en cualquier mesa, el pan candeal y el colón de Salamanca son dos de los protagonistas de la reinvención del sector en Salamanca. “Ofrecemos panes de alta calidad que tienen menos porcentaje de agua y el doble de fuerza que las barras tradicionales. Sus principales características son una fermentación larga que llega a las cuatro horas y un proceso de elaboración realizado casi en su totalidad de manera artesanal”.
En la línea superior, en azul, puede observarse la caída del consumo de pan en España desde 2008. FUENTE: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Desde 2016, y pese a que las cifras de consumo no acaban de remontar (Castilla y León es la comunidad en la que más ha caído el consumo de pan de toda España en 2017, cifrado en 32,54 kilogramos/persona/año según el Ministerio de Agricultura), los panaderos de Salamanca han mejorado tímidamente sus cifras de negocio: un 1%. La confianza de la hostelería y a la mayor preocupación nutricional de los salmantinos han sido claves en un cambio de tendencia que poco a poco cambia el pan congelado por el pan fresco.
“Sí que hemos notado últimamente que tanto nuestros clientes profesionales como los particulares dan una mayor importancia por las características del pan. Antes, en muchos casos, triunfaba sin discusión la opción más barata. Ahora no. Ahora quieren llevarse a casa u ofrecer a sus clientes un buen producto, ya que es su carta de presentación hacia el cliente”, revela el representante de la asociación integrada en CONFAES.
Además, los empresarios de panaderías de Salamanca trabajan continuamente para adaptarse a las necesidades de sus clientes. Un ejemplo es la reducción de los formatos de venta, siendo cada vez menos común la producción de panes de gran peso. “Al haber consumo, ofrecemos lo que el cliente demanda. Panes más pequeños y más fáciles de consumir. Los colones grandes se elaboran menos, en detrimento de los colones pequeños, las libretas y las polcas”.
En el futuro, las empresas panaderas de Salamanca afrontarán varios retos que amenazan con afectar la rentabilidad de pequeñas empresas. “Trabajamos con unos márgenes ajustados y la subida de los precios de la materia prima, la electricidad o el combustible no ayuda. Sin embargo, esto hace que trabajemos con más ahínco, mejorando nuestros productos y escuchando a nuestros clientes, para sacar la situación adelante”, concluye el presidente de AESPAN y propietario de una empresa familiar con cinco generaciones de historia.